A los jugadores de fútbol del Club Deportivo
Universidad Católica – Santiago (Región Metropolitana) – Chile.
Circular n° 01
Anápolis – GO
(Brasil), 30 de septiembre de 2011
Queridos, jueguen fútbol con dedicación, pero no
dejen que el deporte expulse Dios de sus corazones, porque solamente
Él merece todo nuestro amor: “Amar a Dios
no consiste en solamente decirle con la boca; mi Dios yo te amo.
Amar a Dios, con todo el corazón, con toda la mente y con todas las
fuerzas es preferirlo sobre todo, estar listo para perder los bienes,
el honor, la propia vida antes que ofenderlo. Amar a Dios es no amar
nada sobre Él, nada que comparta con Él nuestro corazón”
(San Juan María Vianney).
¿Qué se puede decir de un jugador que le da la espalda
a Dios por el deporte, qué cambia al Creador por un pedazo de cuero,
que se pone en el lugar de Dios por la fama, los aplausos y el
dinero? Es in infeliz que jamás sentirá la verdadera paz, porque
sólo Dios puede darla: “Os dejo la paz,
mi paz os doy; no la doy como el mundo la da” (Jo
14,27).
El mundo es muy pequeño sucio y falso para satisfacer
un alma inmortal: “Como me parece vil el
mundo cuando miro hacia el cielo” (San Ignacio de
Loyola).
Queridos, solamente nuestro Señor Jesús Cristo merece
todo nuestro amor.
El verbo se hizo carne por nuestro amor; vistió
nuestra carne; dio por nosotros la vida... todo por amor.
Por nuestro amor derramó su Preciosísima sangre,
hasta la última gota, para con ella comprarnos el cielo.
Entregó su cuerpo en las manos de los mercenarios que
lo transformaron en una llaga, de pies a cabeza... por nuestro amor.
¿Será que los jugadores de fútbol aman verdaderamente
a Jesús Crito?
¿Será que ellos reservan unas horas por semana para
visitar iglesias y adorar Jesús Sacramentado?
¿Será que rezan y practican obras de caridad
abrillantando tesoros en el cielo?
No dejen para después el
bien que pueden realizar hoy, porque la muerte no avisa el día ni la
hora:
“Si puedes hacer algún bien
no lo dejes para más tarde”
(San Policarpo).
Lean todos los día un trecho de la Sagrada Escritura.
Que Dios proteja la dirección e hinchada de este gran
equipo.
Los bendigo y los guardo en el Corazón de Jesús
Cristo.
Atentamente,
Pe. Divino Antonio Lopes PF.
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