A los jugador de fútbol del Club
Nacional - Montevideo (Montevideo) Uruguay.
Circular n° 01
Anápolis – GO (Brasil), 30 de septiembre de 2011
Estimados, cuando surjan dificultades
por el camino no busquen socorro en las criaturas, ellas son débiles
y vacilantes; sino, pidan protección del Dios Eterno:
“Dios es mi fuerza y escudo, es en Él que mi corazón confía”
(Sl 28, 7).
Miles de jugadores viven como si Dios
no existiera: piensan que el dinero, fama,
elogios, aplausos y amistades reemplazan la protección de
Nuestro Señor . ¡Pura ilusión¡ Todo eso que el mundo ofrece es
basura y flaqueza comparado con la protección, amor y
fuerza que viene de lo alto… que viene de las manos de Dios
fuerte. Nuestro Señor protegen a aquél que en Él confía, pero
desprecia al orgulloso que se apoya en las cosas pasajeras de la
tierra: “Que todos sus fieles amen al
Señor. Pues él guarda a todos los que son leales, pero les devolverá
el doble a los soberbios”
(Sl 30, 24).
Queridos, ¿Dónde el atleta encontrará
fuerzas cuando surjan problemas en la familia, enfermedades,
lesiones sencillas o graves, dificultades financieras? ¿Será que los
amigos le darán fuerzas para superar prueba tan grande? Por lo menos
no es eso lo que se ve en el deporte, muchos jugadores viven
abandonados sin el mínimo apoyo de los ex compañeros de club.
Está claro que solamente en e Dios
infinito y eterno el atleta puede encontrar fuerza para continuar su
vida: “De hecho, sólo en Dios el hombre
puede hallar su fuerza…Si el hombre puede algo, sólo es porque Dios
le infunde un poco de su fuerza, o mejor, pone su fuerza a
disposición de quien confía en él” (Pe. Gabriel de
Santa María Madalena).
El atleta que quiere ser victorioso
dentro y fuera de la cancha, debe de reconocer su debilidad y
recurrir a Dios con confianza… solamente en Dios él encontrará su
sustento; el Señor lo sustentará delante de las pruebas y
dificultades que surjan en su vida: “Oh
Dios celebraré tu poder…porque tu eres mi defensa y mi refugio en
el día de mi angustia” (Sl 59, 17).
No existe verdadero bien lejos de
Dios; todo lo que el mundo ofrece es triste, oscuro y amargo:
“Yo en cambio, soy feliz junto a mi Dios”
(Sl 72, 28).
Miles de jugadores viven indignados
porque no poseen la verdadera paz en el corazón.
Lean todos los días un trecho de la
Sagrada Escritura.
Que Dios proteja la dirección e
hinchada de este gran equipo.
Rezo también por la dirección e
hinchada de este gran equipo.
Los bendigo y los guardo en el
Bondadoso Corazón Santísimo de Jesús.
Atentamente,
Pe. Divino
Antonio Lopes PF.
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