Instituto Missionário dos Filhos e Filhas da Paixão de Nosso Senhor Jesus Cristo e das Dores de Maria Santíssima

 

Carta 40

Anápolis, 31 de enero de 2007

 

Al Reverendísimo P. Martín Dumrauf

Dignísimo hijo de San Juan Bosco y

Rector del Santuario María Auxiliadora

Fortín Mercedes-Argentina.

 

Apreciado P. Martín, que vuestro corazón esté siempre sediento por las cosas del alto; “Dios nos ayude a caminar por el camino del cielo” (San Juan Bosco, carta al marqués Inácio Pallavicini).

Me quedé muy feliz al recibir su carta y la revista “Ceferino Misionario”, con seguridad conoceré mejor el siervo de Dios por medio de esa revista. Dios le pague.

Ya hace cuatro meses que yo, juntamente con algunos religiosos de mi instituto fuimos a Bahía Blanca a admirar las reliquias de la Bienaventurada Laura Vicuña, y a Fortín Mercedes, próximo a Pedro Luro, para admirar también las reliquias del Siervo de Dios Ceferino Namuncurá. Le agradezco inmensamente por habernos recibido tan bien; agradezco también al P. Emilio Ricardo Noceti de la ciudad de Chimpay, donde está el Santuario del Siervo de Dios, él nos dio centenas de estampas de Ceferino Namuncurá; estamos realizando un piedoso apostulado con esas estampas.

Queridísimo P. Martín, como es importante buscar la santidad; el pueblo en general siente pavor y asco solamente al oír hablar de santidad, pero la verdad es que es la única cosa que vale en este mundo tan sucio y paganizado.

Todos son llamados a la santidad de vida; es el própio Dios quien nos llama, por eso, infeliz de aquél que hace poco caso de la santidad; “Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (L v 19, 2), y “Por lo tanto, debéis ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48), y también; “Porque es esta la voluntad de Dios: vuestra santificación” (I Ts 4, 3), y todavía; “Pues Dios no nos llamó para la impureza, y sí para la santidad” (I Ts 4, 7), y “Procurad la paz con todos, y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor” (Hb 12, 14).

Feliz del Siervo de Dios Ceferino Namuncurá que llevó a serio a Dios y al Evangelio, que supo aprovechar bien su breve vida para trazar el camino a la santidad.

Feliz él que no perdió el tiempo con las cosas pasageras de la tierra, mas amó a Dios sobre todas las cosas.

Feliz del Siervo de Dios que luchó corajosamente para conquistar la Patria Celestial, sabiendo que para ganarla es preciso ser santo.

Apreciado P. Martín leí atenciosamente la biografía del Siervo de Dios Ceferino Namuncurá; escribí ensaguida lo que más me llamó la atención en la vida de ese piedoso índio argentino.

1- CARIÑO POR LOS PADRES: “Sabemos que se manifiesta como un hijo cariñoso y fiel, capaz de ayudar a sus padres desde muy peueño (recoge leña desde el amanecer para ahorrar ese trabajo a su madre)” (En la huella del Evangelio, página 21).

Como el mundo sería mejor si los hijos imitasen el ejemplo del Siervo de Dios, principalmente en el trato con los padres: cariño respeto y fidelidad; “Aquél que respeta al padre obtiene el perdón de los pecados, el que honra a su madre es como quien junta un tesoro” (Eclo 3, 3-4).

Si los hijos se comportasen como verdaderos cristianos, llevasen una vida de santidad, a ejemplo del Siervo de Dios, con certeza la paz y la unión reinarían en las familias.

Hoy, infelizmente, muchos hijos matan a los padres, haciendolos sufrir terriblemente: envolviendose con drogas, introduciéndose en la prostitución, andan por caminos peligrosos, etc; están dispuestos a sacrificar la própia vida por los amigos, pero no ayudan a los padres.

Que el ejemplo del Siervo de Dios Ceferino Namuncurá abra el corazón de esos hijos para el bien.

2- DESEO DE HACER EL BIEN: “Padre, las cosas no pueden seguir así. Quiero estudiar para ser útil a mi gente” (En la huella del Evangelio, página 23).

El Siervo de Dios  tenía apenas 11 años de edad cuando le dijo eso a su padre. El ya sabía muy bien que la única cosa que vale aquí en la tierra es guardar tesoros en el cielo, y eso solamente es posible practicando el bien: “No os hagais tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde los ladrones minan y hurtan” (Mt 6, 19-21), “Por consiguiente, mientras tenemos tiempo, practiquemos el bien com todos…” (Gl 6, 9).

Si los niños de hoy pensasen igual que El siervo de Dios, com certeza tendríamos um futuro mejor.

Estudiar para ser útil al prójimo, ése era el deseo de Ceferino Namuncurá, principalmente ser útil a su tribu.

No estudiar, como sucede hoy, para después buscar ambiciosamente la fama y el poder, pero sí, para ser útil al prójimo,

No estudiar, como sucede con la mayoría, para después encerrarse en su egoísmo y pisar cuelmente al prójimo.

No estudiar, como sucede em nuestros dias, para adquirir diplomas y más diplomas solamente por vanidad, pero si, estudiar para ser útil al prójimo, principalmente a los própios familiares.

Como el mundo sería mejor se cada niño estudiase com rectísima intención, esto es, con el deseo de ayudar al prójimo, Con seguridad no existiría tanta miseria en las famílias.

Si cada persona dejase de lado el egoísmo y comenzase a hacer el bien, en poco tiempo el mundo sería un nido de paz: “Mirad: como es bueno, como es agradable habitar todo juntos, como hermanos” (Sl 133, 1).

Que el ejemplo del Siervo de Dios ayude a abrir el corazón de los egoístas.

3- NO HUIR DEL TRABAJO: “Manuel Namuncurá, después de asesorarse, decide colocar a Ceferino en una Escuela-Taller de la Marina en El Tigre, donde ingres como aprendiz de carpintería” (En la huella del Evangelio, página 23).

Todavía niño, el Siervo de Dios enfrentó un duro trabajo de carpintero, a ejemplo  del niño Jesús: “¡Mi Dios! Que ternura se experimenta al pensar que en aquella pobre casa el Hijo de Dios hace el oficio de criado. Ahora ve a buscar agua, ahora abre o cierra la tienda, ahora barre la casa, ahora junta leña para el fuego, ahora cánsate ayudando a José en sus trabajos” (Santo Alfonso María de Ligorio, Meditaciones).

Que bueno sería si los niños, en vez de estar andando por las calles y perdiendo el tiempo delante de la televisión, hiciesen algún trabajo para ayudar a la familia, ¡ a ejemplo del Siervo de Dios ¡

El niño que crece en la pereza será una verdadera desgracia para la familia y para la sociedad:” La pereza trae la pobreza y la penuria, porque la madre de la indigencia es la pereza” (Tb 4, 13).

Que el ejemplo de Ceferino Namuncurá ayude a todos los niños a amar el trabajo y a detestar la pereza.

4- INTIMIDAD COM DIOS: “Desde su ingreso en el Colegio Pío IX, Ceferino demuestra un interés poco común por el Evangelio de Jesús que comienza a conocer poco a poco… comienza a vivir muy intensamente la Eucaristía diaria como el encuentro más profundo y pleno con Jesús… se toma muy en serio la visita a Jesús Sacramentado… Se toma muy en serio el Catecismo… se siente llamado a comunicar a sus compañeros lo que él mismo va aprendiendo” (En la huella del Evangelio, páginas 26 y 27).

Alguien podría creer que todo aquello que el Siervo de Dios practicaba era exageración o fanatismo. ¡ Claro que no!, ése es el deber de todos los niños católicos y de todos los adolescentes que aman verdaderamente a Dios.

¡Cómo sería maravilloso si cada niño y adolescente católicos imitasen la piedad y el fervor de Ceferino Namuncurá!. ¡ La Santa Iglesia sería un jardín de santidad!

Hoy, infelizmente, millares de católicos en vez de leer la Sagrada Escritura, prefieren ver revistas pornográficas; y en vez de visitar Jesús Sacramentado, prefieren pasar horas y horas delante de la televisión.

Que el ejemplo de Ceferino Namuncurá ayude a los niños y adolescentes a buscar con ahínco las cosas del alto.

Excmo. P. Martín, encontré otros mensajes en la vida del Siervo de Dios, pero para no hacer la carta pesada preferí citar solamente estas cuatro.

En julio de este año, pretendo volver a Fortín Mercedes para admirar las relíquias del Siervo de Dios Ceferino Namuncurá.

Me gusta muchísimo Argentina, es un país Mariano y posee una flora, fauna e hidrografía extraordinarias.

Reze por nosotros, para que tengamos en nuestros corazones el fortísimo deseo de la santidad.

 

Respetuosamente,

 

P. Divino Antonio Lopes FP.