Nació el
5 de abril
de
1891
en
Santiago.
Fue la primera hija del matrimonio de José Domingo Vicuña y Mercedes
Pino. Fue bautizada en la
Parroquia Santa Ana
en Santiago, en la misma
pila bautismal donde pocos años más tarde recibiría similar
sacramento Juanita Fernández Solar,
Santa Teresa de Los Andes.
Su padre era militar y pertenecía a una familia de la alta sociedad
chilena; su madre, en cambio, venía de un estrato social más bajo.
A finales del
siglo XIX,
Chile
se encontraba
en una
Guerra Civil y de Sucesión.
En uno de los bandos en disputa se ubicaba Claudio Vicuña, un
pariente lejano de José Domingo, quien se postulaba a ser sucesor
del presidente
José Manuel Balmaceda.
Sin embargo, Vicuña no pudo acceder al cargo y comenzó una
persecución contra toda su familia, obligándolos a escapar fuera del
país.
Luego del
nacimiento de la segunda hija del matrimonio, Julia Amanda, José
Domingo (el padre) falleció, dejando a su esposa y a sus hijas sin
fondos, sin un futuro claro u horizontes que pudiesen seguir, además
del riesgo que implicaba llevar el apellido Vicuña.
Por ello
decidieron ir a Argentina para ocultarse durante un tiempo, mientras
terminaban los conflictos en Chile.
Sus
primeros años en Argentina
Mercedes y
sus hijas se establecieron en las proximidades de
Neuquén,
Argentina.
Al principio, buscó algún trabajo para poder costear los estudios de
sus hijas, llegando a la estancia de Quilquihué. El dueño de esa
finca era Manuel Mora. Este personaje acosó a la madre de Laura,
presionándola para que la atendiera como una esposa, pero sin mediar
un compromiso formal entre ambos. A cambio de ello, él costearía los
estudios de sus hijas, y ellas permanecerían en la estancia.
Es así como
Laura ingresa al colegio "Las Hijas de María Auxiliadora",
que pertenece a la
Congregación Salesiana,
donde fue instruida tanto en lo cultural como en lo cristiano.
Primera
comunión, últimos años y muerte
Laura realizó
su primera comunión el
2 de junio
de
1901.
Durante una
de sus vacaciones escolares, Laura sufrió dos violentos ataques por
parte de Manuel, quien buscaba doblegar su voluntad. Como no logró
su objetivo, Manuel Mora se negó a seguir costeando los gastos de
los estudios de las niñas. Sin embargo, el colegio solucionó el
problema permitiendo que Laura siguiera estudiando gratis. A pesar
de esto, Laura pensaba que la situación de su madre no había
mejorado, sintiendo que no había hecho nada por ayudarla.
Un día, y
recordando la frase de Jesús: “No hay muestra de amor más grande
que dar la vida por sus amigos”, Laura optó por pedir a Dios la
salvación de su madre a cambio de su propia vida. A los pocos meses
cayó enferma, empeorando su salud conforme avanzaba la enfermedad.
En una visita de su madre, Mora la agredió dejándola herida en su
cama.
Antes de
morir, Laura le pidió a su madre:
Muero,
yo misma se lo pedí a Jesús, hace dos años que ofrecí mi vida por
ti, para pedir la gracia de tu conversión, Mamá, antes de morir
¿tendré la dicha de verte arrepentida?
Doña
Mercedes, con los ojos en llanto, le respondió diciendo:
Te juro
en este momento que haré cuanto me pides. Estoy arrepentida. ¡Dios
es testigo de mi promesa!
Laura dijo al
sacerdote Genghini que la asistía, y luego a su madre:
Padre,
mamá promete en este momento abandonar a aquel hombre; sea usted
testigo de su promesa […] ¡Gracias, Jesús!, ¡Gracias, María!,
¡Adiós, Mamá!, ¡Ahora muero contenta!
Así, el 22 de enero de 1904 murió Laura Vicuña Pino.
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