Instituto Missionário dos Filhos e Filhas da Paixão de Nosso Senhor Jesus Cristo e das Dores de Maria Santíssima

 

CONFERENCIA EN ESPAÑOL

 

 

 

EVANGELIZAR CON VALENTÍA

 

I PUNTO

 

TODOS SON LLAMADOS A SER MISIONEROS

 

A - Deber de las parejas

San Juan Pablo II escribe: “Aún parejas cristianas, a ejemplo de Áquila y Priscila (cf. At 18; Rm 16, 3s), ofertan el confortante testimonio de amor enamorado por Cristo y por la Iglesia con la suya presencia activa en tierras de misión” (Exortación Apostólica, “Chistifideles Laici”, nº 35).

 

B - Deber de los niños

El Concílio Vaticano II enseña: “La formación para el apostolado debe iniciarse desde la primera educación de los niños... Importa, además, educar los niños a ultrapasar las barreras de la familia y abran el espíritu para las comunidades tanto eclesiásticas cuánto temporales” (Decreto “Apostolicam Actuositatem, nº 30).

 

C - Deber de los adolescentes y jóvenes

El Concílio Vaticano II enseña: “De modo especial, sin embargo iníciense en el apostolado los adolescentes y jóvenes, incluyéndose de este espíritu apostólico” (Decreto “Apostolicam Actuositatem, nº 30), y: “Y, de igual manera, que no tengan miedo de evangelizar en las plazas y en las calles como los primeros Apóstolos, de hacer Cristo conocido en las modernas metrópolis. Este no es el momento de avergonzarse de testificar el Evangelio (cf. Rm 1, 16) ‘por cima de los techos (Mt 10, 27)’” (Cf. Homilia de la Misa conclusiva de la VIII Jornada Mundial de la Juventud, Denver, 15-08-1993, San João Paulo II).

 

D - Deber de los ancianos

San Juan Pablo II escribe: “A las personas ancianas, muchas veces injustamente tenidas por inútiles si no aún un peso insoportable, acuerdo de que la Iglesia les pide y de ellas espera que continúen la suya misión apostólica y misionera, que no sólo es obligatoria y posible, pero de cierto modo, hecha específica y original también en esa edad” (Exortación Apostólica “Christifideles Laici”, nº 48).

 

II PUNTO

 

JESUS CRISTO Y LOS APÓSTOLES EVANGELIZARÓN CON VALENTÍA

 

Jesús Cristo y los Apóstoles evangelizaron con valentía; ellos sufrieron persecuciones, críticas, desprecios y amenazas de muerte, pero no desanimaron ni desistieron de evangelizar.

Jesús y los Apóstoles nunca dejaron de realizar el bien a causa de las persecuciones; pero, llenos de coraje perseveraron en el bien.

En Mt  10, 26 dice: “Pero nos les tengan miedo”.

En Mt 10, 28 dice: “No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma”.

En Jn 18, 20 dice: “Yo he hablado abiertamente al mundo. He enseñado constantemente en los lugares donde los judíos se reúnen, tanto en las sinagogas como en el Templo,  no he enseñado nada en secreto”.

En Jn 18, 37 dice: “Para esto he nacido y he venido al mundo. Todo el que está del lado de la verdad escucha mi voz”.

En He 5, 40-42 dice: “Los hicieron azotar y les ordenaron severamente que no volviesen a hablar de Jesús Salvador. Después los dejaron ir. Los apóstoles salieron del Consejo muy contentos por haber sido considerados dignos de sufrir por el Nombre de Jesús. El día enterró en el Templo y por las casas no cesaban de enseñar y proclamar a Jesús, el Mesías”.

En He 16, 19-24 dice: “Al ver sus amos que con ello se esfumaban también sus ganancias, tomaron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza ante el tribunal. Y los presentaron a los magistrados diciendo: ‘Estos hombres son judíos y están alborotando nuestra ciudad; predican unas costumbres que a nosotros, os romanos, no nos está permitido aceptar ni practicar’. La gente se les echó encima. Los oficiales mandaron arrancarles las ropas y los hicieron apalear. Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel, dando orden al carcelero de vigilarlos con todo cuidado. Este, al recibir dicha orden, los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies con cadenas al piso del calabozo”.

En Rm 1, 16 dice: “Como ven, no me avergüenzo del Evangelio. Es una fuerza de Dios y salvación para todos los que creen”.

En 2 Cor 11, 23-27 dice: “Más por mis numerosas fatigas, más por el tiempo pasado en cárcel, mucho más por los golpes recibidos y por las muchas veces que me encontré en peligro de muerte. Cinco veces fui condenado por los judíos a los treinta y nueve azotes, tres veces fui apaleado, una vez fui apedreado, tres veces naufrague y una vez pasé un día y una noche perdido en alta mar. Viajes frecuentes, peligros de ríos, peligros de bandidos, peligros por parte de mis compatriotas, peligros por parte de los paganos, peligros en la ciudad, peligros en lugares despoblados, peligros en el mar, peligros entre falsos Hermanos. Trabajos y agotamiento, con noches sin dormir, con hambre y sed, con muchos días sin comer, con frio y sin abrigo”.

En 1 Ts 2, 2 dice: “Pero nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios, en medio de fuerte oposición, confiados en nuestro Dios”.

En 1 Pd 3, 13-14 dice: “¿Y quién podrá hacerles daño si se esfuerzan en hacer el bien? Felices ustedes si incluso tienen que sufrir por haber actuado bien. No teman lo que ellos temen ni se asusten”.

 

III PUNTO

 

NOSOTROS, CATÓLICOS, NO PODEMOS TENER MIEDO NI VERGÜENZA DE EVANGELIZAR

 

Nosotros, católicos, no podemos tener miedo ni vergüenza de evangelizar. Debemos enfrentar todas las dificultades, persecuciones, ambientes y obstáculos con la cabeza erguida y con el corazón lleno de valentía, osadía y coraje.

El miedo y la vergüenza de evangelizar encorajan los enemigos de la Iglesia Católica.

En el fútbol, cuando un equipo juega reculado, en vez de intimidar el adversario, hace el contrario, le da coraje y lo deja osado, y probablemente lo que reculó perderá el juego. En el trabajo apostolar no es diferente; la manera medrosa y cobarde del católico da ánimo y coraje para los enemigos de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, y esos, cuáles perros rabiosos, atacan furiosamente por no encontrar resistencia: “Recular delante del enemigo, o callarse, cuando de toda parte se irgue tanto alarido contra la verdad, es propio de hombre cobarde o de quien vacila en el fundamento de su creencia. Cualquiera de estas cosas es vergonzosa en sí; es injuriosa a Dios; es incompatible con la salvación tanto de los individuos como de la sociedad y sólo es vantajosa a los enemigos de la fe” (León XIII, Sapientiae Christianae, 18).

Infelíz del católico que se avergüenza de Jesus Cristo y de su Evangelio; ese no se salvará: “Aquel, sin embargo, que me niegue delante de los hombres, también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos” (Mt 10, 33).

No fuimos creados por Dios para vivir en esquinas oscuras temblando de miedo; pero sí, fuimos creados para ser sal de la tierra y luz del mundo... para ser Figueras fructíferas, para ser misioneros santos. Debemos enfrentar a todos su miedo, iluminar todos los ambientes con nuestro buen ejemplo. Vivimos en un mundo lleno de la lama de la inmoralidad, y debemos remar contra esa lama. No podemos callar nuestra boca delante de tantas mentiras.

No podemos intimidarnos delante de las personas que siguen el mundo, el demonio y la carne.

Debemos ser valientes, corajosos y firmes delante de las personas que trabajan contra Dios y contra su Palabra.

Debemos hablar de Dios y del Santo Evangelio en las escuelas, en las calles, en las plazas, en el local donde trabajamos, en las casas... No podemos ser miedosos y debeles.

 

 

 

 

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