Instituto Missionário dos Filhos e Filhas da Paixão de Nosso Senhor Jesus Cristo e das Dores de Maria Santíssima

 

Para as crianças da Bolívia

 

Formación

 

 

DEBERES PARA CON LOS PADRES

 

1. Después de Dios, somos debedores a nuestros padres. Dios promete una vida larga y bendiciones sobre esta tierra a los buenos hijos. “Aquel que honra al padre vivirá mucho ...”  (Ecle. 3,6). Él también amenaza con sus castigos a los malos hijos y que maltraten a sus padres: “... maldito por el Señor aquel que irrita a su madre” (Ecle 3,16).

 

2. El primer deber de los hijos para con sus padres es amarlos. Sería desnaturalizado el hijo que no los amase y los respetase.

 

3. La primera prueba de amor para con los padres, es prestarles obediencia y sumisión en todo: “Hijos, me escuhen, soy vuestro padre y hagan lo que les digo para ser salvos” (Ecle 3,1). El hijo, sólo no debe obedecer cuando el padre le manda hacer algo ilícito. Es intolerable la gosería, es mal-criación responder a los padres “No quiero”. Nunca les digas esa fea expresión.

 

4. Merece ser reprendido aquel hijo que: se muestre inoportuno y exigente en sus pedidos a sus padres, los trate con indiferencia, desprecio, grosería, altera la voz o canta en cuanto es corregido o aconsejado por los padres, los trate de igual para igual, usando de “tú” en lugar de “usted señor/ señora” etc.: Es digno de maldición el hijo que guarda resentimiento de los padres, dejando hasta de conversar con ellos: “Ni vale la pena recordar, que odiar a los padres, pegarlos, amenazarlos, insultarlos, ridicularizarlos seriamente, maldecirlos o recusarles ayuda si están en es grave necesidad, o hacer cualquier outra cosa que les cause gran dolor o ira, es pecado mortal.  Estas cosas, ya lo son, si hechas a un extraño; hechas  a los padres, son pecados  de doble malicia” (Leo J. Trese, La Fé Explicada, cap. XVIII).

 

5. Al contrario, es  afable el procedimiento de aquel hijo que es dócil y que siempre se somete y  en todo consulta a sus padres, pidiéndoles permiso; y solicitados con  expresiones educadas, tales como: “ si es de su agrado, padre”, “si la señora desea, madre”; “si me da permiso”; etc.

 

6. Y que cosa insoportable es el procedimiento de un hijo grosero, que nunca pide permiso y que usa de expresiones como estas: “ya dije que no”; “yo voy a salir, sí”; “no quiero ni saber”; etc.

 

7. Evita todo cuanto directa o indirectamente pueda disgustarlos, como sería perturbarlos en sus ocupaciones, coger alguna cosa sin su consentimiento, contradecirlos, responderles con malos modos. Procura al contrario , hacer todo cuanto les pueda dar gusto.

 

8. No digas nunca la menor cosa que pueda perjudicar a la honra de tus progenitores, antes, nada debes decir de lo que pasa en tu casa.

 

9. Evita toda palabra de desprecio o injuria, toda palabra arrogante, resentida e impertinente.

 

10. El hijo no debe manifestar los defectos de los padres, ni mismo criticarlos, mas, rezar por ellos y con respeto, orientarlos en el camino correcto.

 

11. No use con tus padres maneras bruscas, como sería: sacudir desdeñosamente los hombros, darles las espaldas, abanar la cabeza, golpear con los pies u objetos, mirar de reojo, levantar la voz, o lo que sería horrible, amenazarlos y agredirlos.

 

12. Es preciso manifestar siempre, en las palabras y en los actos, el respeto y veneración que les tributas, tanto en casa, como fuera, en las conversaciones y en todas partes.

 

13. Reza por tus  padres todos  los  días. Retribuye  con gratitud y benevolencia el amor que te consagran. El hijo que rechaza el cariño de sus progenitores, merece ser privado del amor de los mismos: “Debemos desearles el bien-estar y la salvación eterna y rezar por ellos. Si ya fallecieron, nuestros deberes son simples: recordarlos en nuestras oraciones y en la Misa, y ofrecer periodicamente alguna  Misa por el descanso de sus almas”. (Leo J. Trese, La Fé explicada, Cap. XVIII).

 

14. Va al encuentro de tus padres por la mañana y salúdalos, tomándoles su bendición. Lo mismo harás  por la noche antes de  hecharte,  cuando salgas de la casa o cuando llegas.

 

15. Los padres merecen, más que cualesquier otras personas, nuestra estimación y respeto. Quien se muestre educado para con los otros e insensible para con sus padres, sería un impostor.

 

16. Procura de buen agrado su compañia. Hay niños y jóvenes que prefieren la compañia de los amigos a la de los padres, diciendo que a los padres los tienen siempre cerca de si. ¡Qué ingratidud! Y los padres (¡pobres padres!). Ellos se vem muchas veces obligados a disfrazar sus sentimientos y callarse. ¡Días vendrán en que estos hijos indiferentes sentiran falta de sus progenitores y llegaran a comprender toda su ingratitud!

 

17. Sé sincero y franco con tus padres. Deposita en ellos toda la confianza, porque son ellos tus amigos más desinteresados y sinceros. Y como es imposible recompensarles el amor que te dedican, haz todo para honrarlos y alegrarlos.

 

18. Tus  maneras y tu proceder,  sean de tal forma, que, sólo el hecho de verte les cause alegria y consuelo. Toda sonrisa que les produzcas en sus lábios, toda consolación que les despiertes en el alma, les será de gran recompensa, recompensa que redundará también en bendición para ti. Las bendiciones de los padres son siempre confirmadas por Dios.

 

19. Felices los hijos que desempeñan fielmente estos deberes. Serán bendecidos por Dios. Mas, ¡ay de los desobedientes, que amargan los días de sus padres! Esos atraen sobre si, aún en esta vida, las maldiciones de Dios, que son los preanuncios de las maldiciones y castigos de la outra vida. Maldito es el hijo que no honra a su padre y a su madre.

 

 

 

 

Para as crianças do Brasil

 

Formação

 

 

DEVERES PARA COM OS PAIS

 

1. Depois de Deus, é aos nossos pais que somos mais devedores. Deus promete vida longa e bênçãos nesta terra aos bons filhos: Aquele que honra o pai viverá muito... (Eclo 3,6), mas, Ele também ameaça com seus castigos os maus filhos, que maltratam os pais: ... amaldiçoado pelo Senhor aquele que irrita a sua mãe (Eclo 3,16).

 

2. O primeiro dever dos filhos para com os seus pais é amá-los. Seria desnaturado o filho que não os amassem e os respeitassem.

 

3. A primeira prova de amor para com os pais é prestar-lhes obediência e submissão em tudo: Filhos, escutai-me, sou vosso pai, e fazei o que vos digo para serdes salvos (Eclo 3,1). O filho só não deve obedecer quando o pai manda algo ilícito. É intolerável grosseria, é má criação responder aos pais “Não quero”. Nunca lhes digas tão feia expressão.

 

4. Merece repreensão aquele filho que: mostra importuno e exigente nos seus pedidos aos pais, trata-os com indiferença, desprezo, grosseria, altera a voz ou canta enquanto é corrigido ou aconselhado pelos pais, tratá-los de igual para igual, usando “você” no lugar de “senhor” ou “senhora”, etc.: É digno de maldição o filho que guarda ressentimento dos pais, deixando até de conversar com eles: Nem vale a pena lembrar que odiar os pais, bater-lhes, ameaçá-los, insultá-los, ridicularizá-los seriamente, amaldiçoá-los ou recusar-lhes ajuda, se estão em grave necessidade, ou fazer qualquer outra coisa que lhes cause grande dor ou ira, é pecado mortal. Estas coisas já o são se feitas a um estranho; feitas aos pais, são pecados de dupla malícia (Leo J. Trese, A Fé Explicada, Cap. XVIII).

 

5. Ao contrário, é louvável o procedimento daquele filho que é dócil e que sempre se submete e, em tudo consulta os seus pais pedindo-lhes licença; e isto, com expressões educadas, tais como: “se é do seu agrado, pai”; “se a senhora deseja, mãe”; “se me dá licença”; etc.

 

6. E que coisa insuportável, o procedimento de um filho grosseiro, que nunca pede licença e que usa de expressões como estas: “já disse que não”; “eu vou sair sim”; “não quero nem saber”; etc.

 

7. Evita tudo quanto; direta ou indiretamente, possa desgostá-los, como seria perturbá-los em suas ocupações, pegar alguma coisa sem o seu consentimento, contradizê-los, responder-lhes com maus modos. Procura, ao invés, fazer tudo quanto lhes possa dar gosto.

 

8. Não diga nunca a menor coisa que possa prejudicar a honra de teus progenitores; antes, nada deves dizer do que se passa em tua casa.

 

9. Evita toda palavra de desprezo ou injúria, toda palavra arrogante, ressentida e impertinente.

 

10. O filho não deve manifestar os defeitos dos pais, nem mesmo criticá-los, mas rezar por eles e com respeito orientá-los no caminho certo.

 

11. Não use para com seus pais maneiras bruscas, como seria: sacudir desdenhosamente os ombros, voltar-lhes as costas, abanar a cabeça, bater os pés ou objetos, olhar de esguelha, levantar a voz ou, o que seria hediondo, ameaçá-los e agredi-los.

 

12. É preciso manifestar sempre, nas palavras e nos atos, o respeito e veneração que lhes tributas, tanto em casa, como fora, nas conversas e em toda parte.

 

13. Reza pelos teus pais, todos os dias. Retribua com sua gratidão e benevolência o amor que te consagram. O filho que rejeita os carinhos de seus progenitores, merece ser privado do amor dos mesmos: Devemos desejar o bem estar e a salvação eterna dos pais, e rezar por eles. Se já faleceram, nossos deveres são simples: recordá-los em nossas orações e na Missa, e oferecer periodicamente alguma Missa pelo descanso de suas almas (Leo J. Trese, A Fé Explicada, Cap. XVIII).

 

14. Vai-lhes ao encontro pela manhã e saúda-os tomando-lhes a bênção. O mesmo fará à noite antes de te deitares, quando sais de casa ou quando chegas.

 

15. Os pais merecem, mais do que quaisquer outras pessoas, nossa estima e respeito. Quem se mostrasse educado para com os outros e incivil para com seus pais, seria um impostor.

 

16. Procura de bom grado sua companhia. Há crianças e jovens que preferem a companhia dos amigos à dos pais, dizendo que os pais os tem sempre perto de si. Que ingratidão! E os pais (pobres pais!) vêem-se muitas vezes constrangidos a disfarçar os seus sentimentos e a calar. Dias virão em que estes filhos indiferentes sentirão falta de seus progenitores e chegarão a compreender toda a sua ingratidão!

 

17. Sê aberto e franco para com teus pais. Deposita neles toda a confiança, porque são eles os teus amigos mais desinteressados e sinceros. E como é impossível recompensar-lhes o amor que te dedicam, faze tudo para honrá-los e alegrá-los.

 

18. Tuas maneiras e teu proceder sejam tais, que só o fato de te verem lhes cause alegria e consolo. Todo sorriso que os seus lábios fizeres a somar, toda consolação que lhes despertares na alma, ser-lhes-á grande recompensa, recompensa que redundará também em bênção para ti. As bênçãos dos pais são sempre confirmadas por Deus.

 

19. Felizes os filhos que desempenharem fielmente estes deveres. Serão abençoados por Deus. Mas ai dos desobedientes, que amarguram os dias dos seus pais! Esses atraem sobre si, ainda nesta vida, as maldições de Deus, que são os prenúncios das maldições e castigos da outra vida. Maldito é o filho que não honra o seu pai e sua mãe.