DEBERES PARA CON LOS PADRES
1. Después de Dios, somos debedores a nuestros
padres. Dios promete una vida larga y bendiciones sobre esta tierra
a los buenos hijos. “Aquel que honra al
padre vivirá mucho ...” (Ecle. 3,6).
Él también amenaza con sus castigos a los malos hijos y que
maltraten a sus padres: “... maldito por el
Señor aquel que irrita a su madre” (Ecle 3,16).
2. El primer deber de los hijos para con sus
padres es amarlos. Sería desnaturalizado el hijo que no los amase y
los respetase.
3. La primera prueba de amor para con los
padres, es prestarles obediencia y sumisión en todo:
“Hijos, me escuhen, soy vuestro padre y
hagan lo que les digo para ser salvos” (Ecle 3,1).
El hijo, sólo no debe obedecer cuando el padre le manda hacer algo
ilícito. Es intolerable la gosería, es mal-criación responder a los
padres “No quiero”. Nunca les digas esa fea expresión.
4. Merece ser reprendido aquel hijo que: se
muestre inoportuno y exigente en sus pedidos a sus padres, los trate
con indiferencia, desprecio, grosería, altera la voz o canta en
cuanto es corregido o aconsejado por los padres, los trate de igual
para igual, usando de “tú” en lugar de “usted señor/ señora” etc.:
Es digno de maldición el hijo que guarda resentimiento de los
padres, dejando hasta de conversar con ellos:
“Ni vale la pena recordar, que odiar a los padres, pegarlos,
amenazarlos, insultarlos, ridicularizarlos seriamente, maldecirlos o
recusarles ayuda si están en es grave necesidad, o hacer cualquier
outra cosa que les cause gran dolor o ira, es pecado mortal. Estas
cosas, ya lo son, si hechas a un extraño; hechas a los padres, son
pecados de doble malicia” (Leo J. Trese, La Fé
Explicada, cap. XVIII).
5. Al contrario, es afable el procedimiento
de aquel hijo que es dócil y que siempre se somete y en todo
consulta a sus padres, pidiéndoles permiso; y solicitados con
expresiones educadas, tales como: “ si es de su agrado, padre”, “si
la señora desea, madre”; “si me da permiso”; etc.
6. Y que cosa insoportable es el procedimiento
de un hijo grosero, que nunca pide permiso y que usa de expresiones
como estas: “ya dije que no”; “yo voy a salir, sí”; “no quiero ni
saber”; etc.
7. Evita todo cuanto directa o indirectamente
pueda disgustarlos, como sería perturbarlos en sus ocupaciones,
coger alguna cosa sin su consentimiento, contradecirlos,
responderles con malos modos. Procura al contrario , hacer todo
cuanto les pueda dar gusto.
8. No digas nunca la menor cosa que pueda
perjudicar a la honra de tus progenitores, antes, nada debes decir
de lo que pasa en tu casa.
9. Evita toda palabra de desprecio o injuria,
toda palabra arrogante, resentida e impertinente.
10. El hijo no debe manifestar los defectos de
los padres, ni mismo criticarlos, mas, rezar por ellos y con respeto,
orientarlos en el camino correcto.
11. No use con tus padres maneras bruscas,
como sería: sacudir desdeñosamente los hombros, darles las espaldas,
abanar la cabeza, golpear con los pies u objetos, mirar de reojo,
levantar la voz, o lo que sería horrible, amenazarlos y agredirlos.
12. Es preciso manifestar siempre, en las
palabras y en los actos, el respeto y veneración que les tributas,
tanto en casa, como fuera, en las conversaciones y en todas partes.
13. Reza por tus padres todos los días.
Retribuye con gratitud y benevolencia el amor que te consagran. El
hijo que rechaza el cariño de sus progenitores, merece ser privado
del amor de los mismos: “Debemos desearles
el bien-estar y la salvación eterna y rezar por ellos. Si ya
fallecieron, nuestros deberes son simples: recordarlos en nuestras
oraciones y en la Misa, y ofrecer periodicamente alguna Misa por el
descanso de sus almas”. (Leo J. Trese, La Fé
explicada, Cap. XVIII).
14. Va al encuentro de tus padres por la
mañana y salúdalos, tomándoles su bendición. Lo mismo harás por la
noche antes de hecharte, cuando salgas de la casa o cuando llegas.
15. Los padres merecen, más que cualesquier
otras personas, nuestra estimación y respeto. Quien se muestre
educado para con los otros e insensible para con sus padres, sería
un impostor.
16. Procura de buen agrado su compañia. Hay
niños y jóvenes que prefieren la compañia de los amigos a la de los
padres, diciendo que a los padres los tienen siempre cerca de si. ¡Qué
ingratidud! Y los padres (¡pobres padres!). Ellos se vem muchas
veces obligados a disfrazar sus sentimientos y callarse. ¡Días
vendrán en que estos hijos indiferentes sentiran falta de sus
progenitores y llegaran a comprender toda su ingratitud!
17. Sé sincero y franco con tus padres.
Deposita en ellos toda la confianza, porque son ellos tus amigos más
desinteresados y sinceros. Y como es imposible recompensarles el
amor que te dedican, haz todo para honrarlos y alegrarlos.
18. Tus maneras y tu proceder, sean de tal
forma, que, sólo el hecho de verte les cause alegria y consuelo.
Toda sonrisa que les produzcas en sus lábios, toda consolación que
les despiertes en el alma, les será de gran recompensa, recompensa
que redundará también en bendición para ti. Las bendiciones de los
padres son siempre confirmadas por Dios.
19. Felices los hijos que desempeñan fielmente
estos deberes. Serán bendecidos por Dios. Mas, ¡ay de los
desobedientes, que amargan los días de sus padres! Esos atraen sobre
si, aún en esta vida, las maldiciones de Dios, que son los
preanuncios de las maldiciones y castigos de la outra vida. Maldito
es el hijo que no honra a su padre y a su madre.
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