Instituto Missionário dos Filhos e Filhas da Paixão de Nosso Senhor Jesus Cristo e das Dores de Maria Santíssima

 

Biografia de San Domingo Savio

 

 

Domingo Savio, “Mínot” para sus padres — y que significa Dominguito —, nació en San Giovanni da Riva, cerca de Chieri; pero cuando tenía sólo unos veinte meses, sus padres —Carlino Savio y Brígida Gaiato — se trasladaron a Murialdo, donde nacieron sus hermanos. En 1847, su madre lo lleva a la iglesia, cuyo párroco era Don Juan Zucca. Aprende a ayudar en misa, llegando a ser un monaguillo ideal, que hasta incluso don Zucca cuando le pedía el misal hacía bromas de su estatura y reían juntos.

En febrero de 1849, toda la familia se traslada a Mondonio. Domingo tiene siete años, una preparación y madurez poco común para su edad. El 8 de abril de 1849, Domingo recibe su primera comunión en la parroquia de Castelnuovo de Asti. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas, pronuncia los propósitos que venía preparando desde hace tiempo, y que quedaron escritos en su devocionario:  Resoluciones tomadas por mí, Doménico Savio, en el año de 1849, en el día de mi Primera Comunión, a la edad de siete años:

1. Me confesaré a menudo y comulgaré tan frecuentemente como mi confesor lo permita.

2. Deseo santificar los domingos y fiestas en forma especial.

3. Mis amigos serán Jesús y María.

4. Prefiero morir antes que pecar.

En 1853, a los once años de edad, entra a formar parte del oratorio de Don Bosco. Sería un alumno fuera de lo común y expresará sus deseos de convertirse en sacerdote. Seis meses luego de ingresado al Oratorio, tras un sermón del Padre Bosco acerca de la austeridad y el sacrificio, donde remarcaba que cuando uno se siente oprimido por alguna calamidad o molestia del cuerpo, hay que ofrecérselo a la Virgen. Éste sería el medio más adecuado para llegar a la más alta perfección. En ese momento el niño Domingo se propuso convertirse en santo.

Domingo comenzó a realizar austeridades de todo tipo, como consumir sólo la mitad de su ración de comida, dormir menos tiempo y rezar más. Sentía gran devoción por la Virgen María, llegando a permanecer más de cinco horas diarias rezando.

Una noche de invierno, Don Bosco encontró a Domingo temblando de frío en la cama, sin más cobertor que una sábana.

—¿Te has vuelto loco? ¡Vas a coger una pulmonía!

     No lo creo — respondió Domingo —. Nuestro Señor no cogió ninguna pulmonía en el establo de Belén.

Desde entonces Don Bosco le prohibió formalmente hacer penitencia alguna sin su permiso. Domingo quedó triste. El padre le insistió que la penitencia que Dios quiere es la obediencia a los superiores.

Tal como había predicho Don Bosco, la salud de Domingo empezó a empeorar. En febrero de 1857 tuvo fortísimos accesos de tos que le obligaron a guardar cama durante semanas. El domingo 1 de marzo fue enviado de vuelta a la casa de sus padres, en Mondonio. Un médico diagnosticó que padecía de algún tipo de inflamación en los pulmones y decidió sangrarlo, según se acostumbraba en aquella época. Domingo siguió empeorando.

Los primeros días de marzo de 1857, Domingo recibió los últimos sacramentos. Al anochecer del lunes 9 de marzo rogó a su padre que recitara las oraciones por los agonizantes.

A las diez de la noche trató de incorporarse y murmuró: Adiós, papá. El padre me dijo una cosa, pero no puedo recordarla.

Súbitamente su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo, y exclamó: ¡Estoy viendo cosas maravillosas!

Esas fueron sus últimas palabras.

Fue sepultado el miércoles 11 de marzo de 1857. Sus restos permanecieron en la capilla del cementerio de Mondonio.

En 1914 el obispo de Turín ordenó que los restos fueran trasladados a Turín. Los campesinos de Mondonio se negaron a perder a su santo, y empezaron a turnarse día y noche para evitar el traslado.

En octubre de 1914, la Iglesia pidió a las autoridades civiles de Mondonio que intervinieran. Los huesos de Savio fueron trasladados a la Basílica de María Auxiliadora, en Turín.

 

 

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Biografia de la Bienaventurada Laura Vicuña