Nació el 13 de noviembre de 354 en
Tagaste, pueblo que hoy se conoce por Souk-Ahras (Argelia). Hijo del
pagano Patricio y de la cristiana Mónica. Fue educado en la fe de su
madre.
Hasta los once años permanece en
Tagaste y asiste a la escuela del pueblo. Cursó estudios en Madaura,
más tarde se traslada a Cartago para concluir su preparación
académica. A los 20 años regresa a Tagaste, como profesor de
Gramática. Es un excelente maestro y también un comprometido
proselitista maniqueo. Cuando su madre sabe que se ha alejado del
cristianismo, le prohíbe comer en su mesa y dormir en su casa.
Agustín regresa de nuevo a Cartago
y decide enseñar Retórica. Le acompañan algunos de sus alumnos de
Tagaste. Durante estos años se dedica a la lectura y escribe poemas
logrando ser laureado en los certámenes literarios que tienen lugar
en la ciudad. Con 26 años publica su primer libro “De puchro
et apto”.
En Roma consigue abrir una
escuela, al año siguiente marcha a Milán. Se presenta a concurso de
oposición y gana la cátedra Imperial de Retórica de esa ciudad.
Llamado el "profesor africano" comienza a visitar asiduamente la
catedral atraído por la fama del Obispo Ambrosio, gran orador.
Por fin, la paz de un jardín y las
palabras de la Biblia: “Andemos decorosamente como en pleno día,
no en comilonas ni borracheras, no en fornicaciones ni desenfrenos,
no en rivalidades ni envidias, sino revestíos del Señor Jesucristo”
(Rm 13,13), dan a Agustín el empujón que
necesitaba para convertirse en un hombre nuevo. Él
mismo ilustra esta profunda experiencia de conversión: "No quise
leer más. Al terminar de leer esa frase sentí en mi corazón como una
luz de serenidad que disipó todas las tinieblas de mi vacilación.
Decide abandonar la enseñanza y se
retira con sus amigos a una hacienda en Casiciaco. Allí descansa,
reflexiona, escribe y comparte su preparación para el bautismo, que
recibe al llegar la Pascua del año 387 de manos de Ambrosio. Después
de la muerte de su madre, acaecida en el puerto de Ostia (Roma) en
el año 388, se dirige a su pueblo natal, Tagaste, reparte su
herencia entre los necesitados y funda un monasterio donde convive
con los amigos que le han acompañado. Su plan de vida está cifrado
en la oración y la convivencia. Sin embargo su fama de hombre sabio
se extiende y se convierte en el consejero de muchas
personas, inclusive de otros países del mundo romano. Este mismo
año, 388, muere Adeodato, su hijo, que vivía con él.
En el año 391 viaja a Hipona para
visitar a un amigo. Estando en la Iglesia de la ciudad, los fieles
le reconocen, lo aclaman y piden al Obispo Valerio que le haga
sacerdote. Su fama se extiende por todo el Imperio Romano. La
influencia de su acción pastoral a favor de los necesitados, el
brillo de su predicación y la sabiduría de sus escritos marcan un
camino que la Iglesia siguió durante más de dieciséis siglos. Sus
escritos le convierten en uno de los más importantes filósofos de la
Antigüedad, especialmente las Confesiones, el De Civitate De¡, la
correspondencia y los sermones.
|