Instituto Missionário dos Filhos e Filhas da Paixão de Nosso Senhor Jesus Cristo e das Dores de Maria Santíssima

 

Conferencia

 

 

LA MISERICORDIA DE DIOS

(Elaborada por el Pe. Divino Antônio Lopes FP y ministrada por la Madre Mariana de Nuestra Señora de los Dolores)

 

Dios es infinitamente misericordioso, por eso no podemos despreciarlo para apoyarnos en las criaturas... eso sería una gran ingratitud: “Dios es un abismo incomprensíble de todo bien... Y por poco que Él haga con que un corazón entienda¿cuán bueno y amable es, como es posíble que este corazón pueda dejar de amarlo? Todas las otras ocupaciones y pensamientos son sólo pérdida de tiempo... como hace bien amar a este Señor tan pleno de amor” (Santa Margarida Maria Alacoque).

Si Dios es misericordioso, aproxímemonos de Él con el corazón contricto y humillado... e Él nos perdonará.

Infeliz de aquél que abusa de la bondad de Nuestro Señor para acumular pecados sobre pecados.

¡Ay de aquél – acrecenta San Agustín – que para pecar confia en la esperanza! A cuantos esa vana ilusión ha engañado y llevado a la perdición.

¡Desgraciado de aquél que abusa de la bondad de Dios para ofenderlo más! Lúcifer – como afirma San Bernardo – fue castigado por Dios com tan asombrosa presteza, porque al rebelarse, esperaba no ser punido. El Rei Manasés pecó; se convirtió em seguida y Dios le perdonó. Mas para Amon, su hijo, que, viendo cuan fácilmente su padre le había conseguido el perdón, se entrego a la mala vida con la esperanza de también ser perdonado, no hubo misericórdia. Por esa causa – dijo San Juan Crisostomo _ Judas se condenó, porque se atrevió a pecar confiando en la clemencia de Jesus Cristo. En suma: Si Dios espera com paciencia, no espera siempre. Pues, si el Señor siempre nos tolerase, nadie se condenaría; ora, es larga la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por él (Mt 7,13). Quien ofende a Dios, confiando en la esperanza de ser perdonado, “es un escarnecedor y no un penitente”, dice Sant Aguntín (cfr. San Afonso Maria de Ligório, Preparación para la muerte, Consideración XVII).

Aprovechemos la bondad de Dios para amarlo y servirlo de todo el corazón... empleando cada minuto, día y hora para agradarlo.