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			Biografía da Bienaventurada 
			Jacinta Marto 
			  
			
			
			 Jacinta 
			Marto nació el 11 de marzo de 1910. Cuando comenzó a tener 
			apariciones tenía siete años. Era la más joven de las videntes. 
			Durante las aparaciones vio y escuchó todo, mas no habló al Ángel ni 
			a la Madre de Dios. Inteligentemente y muy sensible, quedó 
			profundamente impresionada cuando escuchó a la Bendecida Virgen 
			declarar que Jesus estaba muy ofendido por  los pecados. Después de 
			ver la imagen del infierno decidió ofrecerse completamente a la 
			salvación de las almas. 
			
			La noche de la primera aparación de Nuestra Señora 
			(13 de Mao de 1917), fue Jacinta que al respecto de las promesas que 
			había hecho a Lúcia, reveló el secreto de la aparición a su madre: 
			“Mamá, hoy vi a Nuestra Señora en la Cueva de la Íria. 
			¡Qué Señora más bonita! Más tarde, el Cielo 
			favorecería a Jacinta aún más con dos visiones poderosas del Santo 
			Padre: un papa sufriendo las perseguiciones hechas contra la Iglesia 
			y también guerras y destrucciones que asolaban el mundo.”Pobre 
			Santo Padre”, decía Jacinta, “ es importante rezar por 
			él”. A partir de ahí, el Vicário de Cristo estuvo 
			siempre presente en las oraciones y en los sacrifícios de los 
			videntes, más sobretodo, de Jacinta. 
			
			Para salvar las almas del fuego del infierno, Jacinta 
			soportaba sacrifícios voluntariamente.  En el calor terrible del 
			verano dejó de beber agua. Como un sacrifício para la gloria de Dios, 
			ofrecía sus meriendas de la tarde a los niños más pobres que ella. 
			Para salvar almas, decidió suportar el dolor de llevar una cuerda 
			áspera llena de nudos amarrada a la piel. Soportó las prerguntas 
			cansativas y los insultos de los descreentes sin el menor lamento.
			“¡Ojalá que 
			pudiese mostrar el infierno a los pecadores!” decía,
			“sería muy feliz si todos pudiesen ir a 
			paraíso”. 
			
			Un año después de las apariciones en la Cueva de la 
			Íria, comenzó la enfermedad que la llevaría a la muerte. Primero 
			vino una pneumonia bronquial, después una inflamación en los 
			pulmones y con ambos sufrió intensamente Pero en su cama del 
			hospital declaró con optimismo que su enfermedad era más una manera 
			de sufrir para la conversión de los pecadores. 
			
			Finalmente, la noche 
			del 20 de febrero de 1920, la promesa de la “Señora más
			brillante que el sol” fue cumplida: “ Vine para 
			llevarte al Paraíso”. El cuerpo de Jacinta reposa 
			ahora en la grande Basílica de Nuestra Señora en Fátima. 
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