Inés, luego Santa Inés
(291-304)
es una mártir cristiana patrona de las adolescentes. Su vida
se cuenta en las Actas. Fue perseguida durante el gobierno de
Diocleciano y fue encerrada en un prostíbulo, donde según la leyenda
su santidad se confirmó.
Los detalles de su martirio llegan
a nosotros a través de una obra llamada Actas escrita en el
siglo V, es decir, más de un siglo después de ocurridos los hechos
que relata.
Según este texto, Inés era una
bella joven proveniente de una noble familia romana. Tuvo varios
pretendientes, a los que rechazó por declararse fiel amante de
Cristo. Entre ellos se contaba el hijo del prefecto de Roma, quien
la denunció a su padre por ser cristiana. En aquellos tiempos, los
cristianos se encontraban bajo la persecución de Diocleciano y se
les condenaba con la muerte si se negaban a sacrificar a los dioses
romanos.
Fue juzgada y sentenciada a vivir
en un prostíbulo, donde, milagrosamente permaneció virgen. Según las
Actas de su martirio, aunque fue expuesta desnuda, los cabellos le
crecían de manera que tapaban su cuerpo. El único hombre que intentó
abusar de ella quedó ciego, pero Inés lo curó a través de sus
plegarias. Más tarde fue condenada a muerte, y, cuando iba a ser
decapitada, el verdugo intentó que abjurase, a lo que ella
respondió: Injuria sería para mi Esposo que yo pretendiera
agradar a otro. Me entregaré sólo a Aquél que primero me eligió.
¿Qué esperas, verdugo? Perezca este cuerpo que puede ser amado por
ojos que detesto.
Fue
sepultada en la Vía Nomentana. Pocos días después de su muerte se
encontró a su mejor amiga y hermana de leche, una chica de su edad
llamada Santa Emerenciana, rezando junto a la tumba. Emerenciana
increpó a los romanos por matar a su amiga, fue muerta a pedradas
por la turba.
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