(Eclo 7, 40)
Pe. Divino Antônio Lopes FP.
“Recuérdense de
vuestros novísimos y no pecarei jamás”.
¿Qué se entiende por novísimos? ¿Cuántos
son los novísimos? ¿Por qué esos novísimos se llaman
últimas cosas que acontecerán com los hombres?
San Pio X escibe
“Novísimos son llamados en los Libros Santos las
últimas cosas que van a acontecer al hombre. Son cuatro:
Muerte, Juício, Infieno y Paraíso. Los novísimos se
llaman últimas cosas que acontecerán al hombre por que
la Muete es la úl ima cosa que nos acontece en este
mundo; el Juício de Dios es el último entre los juícios
que tenemos que pasar; el Infierno es el último mal que
van a sufrir los malos; y el Paraíso es el sumo bien que
van a recibir los Buenos”.
San Felipe Néri dice:
“Principiantes en la vida
epiritual deben meditar mucho los novísimos Quien no
baja al infierno en cuanto vive corre el peligro de
entrar en él cuando muera”.
Centenas de bispos y millares de
sacerdote no predican más sobre los Novísimos,
principalmente sobre el infierno; y millones de
católicos se revelan y tapan los oídos para no oír la
Doctrina sobre el infierno. Son pocos los que aceptan la
predicación sobre los Novísimos del hombre.
El Papa Juan Paulo II escribe:
“La Iglesia no puede omitir, sin
grave mutilación de su mensaje esencial, una catequesis
constante sobre lo que el lenguaje Cristiano tradicional
designa como los cuatro últimos fines del hombre: Muerte,
Juício, Infierno y Paraíso”, y:
“Es Bueno que pensemos en los
Novísimos todos los dias, y principalmente al hacer la
oración de la mañana, así que despertamos, por la noche,
antes de echarnos, y todas las veces que somos tentados
a hace algún mal, porque este pensamiento es eficasísimo
para hacernos evitarnos del pecado” (San
Pio X).
¿Será que los bispos, sacerdotes y legos
que “jubilaron” la Doctrina sobre los Novísimos del
hombre quedarán para semilla? Es grande cobardia
esconder esa Doctrina de los fieles, dejándolos vivir
sin pensas en las últimas cosas que van acontecer.
Católico, el temor del infierno fortifica
a los más débiles por ante los grandes y poderosos de la
tierra.
Em 325 padecieron heroícamente el
martirio las Cristianas: Domnina e Teonila. Conducidas a
la presencia del prefecto Lysias que le intimaba a
renunciar la fé para adorar a los ídolos, y que
recusaron terminantemente. Entonces Lysias hace encender
una hoguera y al mismo tiempo erguir el altar de los
falsos dioses.
Escojan, les dijo, o quemar el incienso
sobre el altar de nuestros dioses o ser quemadas em el
fuego de esta hoguera.
Nosotros no tememos esa hoguera,
responden sin dudar,em breve Ella se apagará! El fuego
que tememos es el del infierno, que no se apagará. Para
no caer en ese fuego, nosotros detestamos vuestros
ídolos y sólo adoramos Jesús Cristo que es Dios
verdadero.Y lleno de corage se dejaron quemar vivas.
I. El recuerdo del infierno nos alejará
del pecado
¿Quién podría cometer el pecado al
considerar con viva Fe los castigos con que Dios lo pune
em la eternidad? Un leve dolor, cuando prolongada se
vuelve insoportable; ¿qué será, entonces, padecer, sin
alivio y eternamente, suplícios imcomprensibles?
¡Lamentamos los que, perdida toda su fortuna, se
encuentran reducidos súbitamente a la mendicidad! quanto
mais lamentáveis são los que em el inferno padecen una
indigencia irremediável! ¿Quién podrá meditar frequente
e seriamente Esas verdades sin quedar con miedo,
penetrado de terror al pecado, repleto de compulsión y
espírito de penitencia,disposiciones tan necesarias para
la verdadeira santidade?
“Esconder” la Doctrina del Inferno de los
fieles con miedo de “amedrontárlos”.
Nunca fue un acto de amor, mas sí, una
cobardia. Quiera o no los católicos “polvo-de-arroz”, el
Infierno existe: “Vaciar o
Inferno en nome de la misericordia no sería, portanto,
una medida de clemencia ni una prueba de bondad, mas una
capitulación de la Justiça. Una 'amnistia geral' seria
el reconocimiento da equivalencia entre el bien y el
mal, Entre el vicio y la virtude, esto es un absurdo
inconciliable con la sabiduria divina. Se deve subrayar,
portanto, que habrá condenados em el Inferno por toda
una eternidade. Nuestra vida en la terra es un tiempo de
prueba durante la cual escogemos libremente una vida
definitiva y los medios para alcanzárla. No es si no
lógico, que quiem practica el mal recoja lo que sembró”
(Edouard Clerc).
¿Es correto un católico aceptar una
doctrina por la mitad ? Claro que no ¿Por qué entonces
millones aceptan una doctrina sobre el Cielo y niegan
rigorosamente y com rabia una doctrina sobre el Infierno?
La Sagrada Escritura muestra abiertamente
una existencia del Inferno.¿Por qué dicen que es errado
pensar em esa verdad?
En San Mateus:
1. “Su pala está
en tu mano, y recogerá su trigo en el granero, mas
quemará las hojas en un fuego que nunca se apagará”
(3, 12).
2. “Y si tu ojo
derecho te sirve de escándalo sirve, sácatelo y échalo
de ti: porque es mejor para ti que se pierda uno de tus
miembros, que todo tu cuerpo sea echado al infierno”
(5, 29).
3. “Los hijos
del reino serán echados a las tinieblas de afuera: allí
será llanto y el crujir de dientes”
(8, 12).
4. “Y pronto
gritaban, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús,
Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes
de tiempo?” (8, 29).
5. “Y los
echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el
crujir de dientes” (13, 50).
6. “Pero si tu
mano o tu pie te son ocasión de caer, córtalos y
tirarlos a la basura lejos de ti, mejor te es entrar en
la vida cojo o mutilado, que teniendo dos manos o dos
pies ser echado en el fuego eterno”
(18, 8).
7. “Entonces el
rey dijo a sus siervos: Atadle de pies y manos, y
echadle las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el
crujir de dientes” (22, 13).
8. “¡Serpientes,
raza de víboras! ¿Cómo se puede escapar que seáis
condenados al infierno?” (23, 33).
9. “Y al siervo
inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el
lloro y el el crujir de dientes” (25,
30).
En San Marcos:
“Y si tu mano te
hace pecar, córtala: mejor te es entrar en la vida
eterna manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al
fuego nunca se apaga, donde el gusano que roe, nunca
muere, y donde el fuego nunca se apaga”
(9, 42-43).
En San Lucas:
1. “Su pala está
en su mano, y limpiará su era y recogerá el trigo en su
granero, y quemará la paja en un fuego que nunca se
apagará” (3, 17).
2. “Y estando en
tormentos, levantando los ojos, vio a lo lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno, y llorando, dijo: Padre
Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para
que moje aquí en la orilla del agua el dedo con el fin
de refrescar mi lengua, porque estoy atormentado en
estas llamas. Y Abraham le dijo: Hijo, ¡acuérdate que
recibiste el cosas en tu vida, y que Lázaro los males!
Así que él está consolado ahora y tú en tormentos”
(16, 23-26).
En San Pablo:
1. “Cuando uno
ve al Señor Jesús con ángeles en llama de fuego, para
vengarse de los que no conocieron a Dios, ni obedecen el
Evangelio de nuestro Señor Jesuscristo, que sufrirán el
castigo eterno de perdición” (2 Ts 1,
7-9).
2. “Mas uma
esperanza terrible del juício, y el ardor de un incendio
que celoso va a devorar a los adversarios de Dios”
(Heb. 10, 27).
En San Pedro:
“Porque si Dios
no perdonó a los ángeles que pecaron, sino atado con
cadenas del infierno, y los precipitó en el abismo”
(2 Pe 2, 4).
En San Judas:
“Y que los
ángeles que no guardaron su dignidad, sino que
abandonaron su domicilio los reservó de las prisiones
eterna ens tinieblas para el juicio del gran dia”
(v. 6).
El infierno existe, es imposible negar
este hecho.
Católico, el pensamiento del infierno nos
desapega inclusive del mundo donde muchas almas
naufragan. De los trescientos mil que en el espacio de
veinticuatro hora pasan a la eternidad, ¿cuántos están
condenados? Y de ese gran numero, la mayoría fueron
arrastrados a la destrucción por sus relaciones con el
mundo en el que la maldad, la inmoralidad, el amor de
los bienes pasajeros corrompe a muchos corazones y
conduce inevitablemente a una ruina sin fin. Entonces, ¿cómo
podría un alma que refleja aferrarse al mundo, sus
vanidades, y máximos placeres, que son otros tantos
lazos que los demonios arman para llevarla al abismo?
El recuerdo del infierno nos dará la
victoria sobre todas nuestras pasiones: el orgullo, que
nos muestra cómo Dios, enemigo de los soberbios, los
cubre la vergüenza y la ignominia entre los esclavos de
Satanás,sobre la codicia, recordándonos el mal rico
reclamando en voz alta y sin poder obtener una gota de
agua; sobre la impureza, la idea del fuego devorador que
consume los réprobos, los tortura de todas formas sin
hacerlos morir, aunque padezcan mil muertes cada a
minuto.
II. El recuerdo del infierno nos hace más
fácil el ejercicio de las virtudes
La humildad encuentra abundantes recursos
en el pensamiento de oprobio reservado para los
condenados. Ella nos hace decir: “Si usted estuviera
en el infierno, como merecía, yo sería despreciado,
insultado y cubierto de confusión. Los demonios me iban
a reprobar con ira, por haber recibido abundantes medios
de salvación sin haberlos aprovechado. Me acumularían de
injurias y ultrajes”. ¿Tales pensamientos no
servirán de ejemplo para refutar nuestras reclamaciones,
para disminuír nuestra confianza en nosotros mismos, y
nos ayudará a soportar en paz este mundo, el olvido, la
falta de respeto, la ridicules, el desprecio y las
mayores afrontas?
¡Y que gratitud debemos a Dios que nos
preservó del infierno! ¿Si el peor los condenados fuese
ahora arrancado de las llamas del infierno y recolocado
en el mundo para hacer penitencia, podría olvidarse de
tan grande beneficio? Y nosotros, ¿ a quiénes Dios no
sólo retiró, mas preservó de los abimos del fuego
vengador por uma misericórdia enternamente gratuíta, que
gratitud le testificamos?
Tal caridad por parte de Dios nos debería
hacer arder de amor por Él, porque no fue sin dificultad
que el Señor nos puso en el camino de la salvación. Tuvo
que aplicarnos los méritos de su Hijo, que sufrió y
murió por nosotros, de ese Hijo que cada dia se inmola
para apaciguar a la justicia de Dios en nuestro favor.
Y gracias a esta aplicación contínua que Dios hace de
los méritos de Jesús, podemos escapar de la ira de los
demonios, de las torturas de los condenados, de la
desgracia incomprensible de ser separado para siempre el
Bien supremo.
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