(Hermano Gabriel del Santisimo Crucifijo
FP.)
“El Señor es para nosotros refugio y
fuerza, siempre dispuesto a mostrar su socorro en la
angustia” (Sal 45, 2).
Es necesario conocer la nada y la miseria
de nuestras vidas cuando no confiamos plenamente en Dios,
porque en nuestra breve existencia, es decir, en nuestro
día a día, nos encontramos con muchas tribulaciones y un
sin número de adversidades. A veces las angustias nos
hacen perder el control de la situación, y en ese
momento llega a nuestra puerta el miedo que nos rodea y
deprime, así que todo parece estar en ruinas.
De ninguna manera podemos permitir que la
desesperación se interponga en nuestro corazón, que
nuestra fe se debilite y con ello perder la esperanza.
Tener a Dios tan poderoso, completo y único refugio,
“Este es Dios mi Salvador, y confío en nada que temer,
el Señor es mi fuerza, mi alabanza y salvación” (Is 12, 2).
Análisis del Salmo 45 (46)
“2El Señor para nodos es refugio y
vigor, siempre listo se mostró un socorro en la
angustia”.
En medio la grandes persecuciones,
guerras y terribles sufrimientos, Dios en su infinita
bondad, inspiró el escritor sagrado a escribir el salmo
45 donde nos muestra que el salmista colocó toda su
confianza no en las armas, en la fuerza física o en otra
cosa cualquiera, pero sí en Dios.
“3Así no tememos si la
tierra estremece,
si los montes caen, cayendo en los
mares,
4Si
las aguas trovejam y las ondas se agitan,
si, en feroz tempestad las montañas se
sacuden”
En tiempos de dificultades,
persecuciones, y tentaciones, no debemos desesperarnos y
criaturas de confianza, es decir, en la primera mano
extendida para encontrar la parte delantera, sino más
bien, actuar con sabiduría, prudencia y paciencia...
esperar en Dios que es la protección del seguro
“¡Guárdame, oh Dios, porque en ti me refugio! Yo le digo
al Señor: ‘Solamente vosotros sois mi Señor: ningún bien
yo puedo hallar fuera de Ti” (Salmo 15, 1-2).
Desde el corazón que el orgullo que le
envía confían en sus propias fuerzas e imitar el ejemplo
de la Virgen: “Eres tú, oh María, tenemos que
aprender a confiar en Dios, especialmente cuando se
trata de nuestra salvación eterna... completamente
desconfiar de nuestras fuerzas, pero repitiendo: “Todo
puedo en aquel que me fortalece” (Filipenses 4, 13). Mi Santísima Virgen, es la Madre de la santa esperanza...
otra esperanza, así ¿qué voy a buscar?” (San Alfonso María de Ligorio).
“9 vinde ver,contemplai las
maravillas de Dios
y la obra estupenda que hizo en el
universo:
reprime las guerras en la tierra,
10
Rompe los arcos, lanzas destruye
y se quema nel
fuego los escudos y las armas:
11¡Paren,
conozcan y reconozcan que yo soy Dios,
que domina las
naciones que dominan la tierra!
En estas palabras el salmista nos inspira
optimismo y confianza, para que sepamos lo que es Dios,
aquel en quien somos invitados a depositar nuestra
confianza no em cualquiera uno , flaco y débil, sino que
es Dios poderoso, sin falsedad: “¡Con nosotros está
el Señor del universo!”8
En ese momento difícil de la vida recurra
al Señor, que es Dios, y Él te fortalecerá, mas no
busque a Dios con um simple sentimentalismo, o sin uma
sincera conversión interior sincera
“Buscad al Señor
em cuanto se pueda hallar” (Isaías 55, 6).
Estimado, haga del Señor su refugio, y
con seguridad llegará el momento en que usted podrá
decir junto con el salmista (Salmo 114)
“1Amo el Señor, pues Él
escuchó la voz de mi súplica,
2porque
inclinó sus oídos hacia mí el día que lo invoqué.
3Los
lazos de la muerte me envolvian, la red de la morada de
los muertos me tomaron de forma inesperada, estaba
sumergido en el dolor y la ansiedad.
4Entonces
llamé el nombre del Señor: ¡Oh Señor, salva mi vida!
5El
Señor es bueno y justo, lleno de misericordia es nuestro
Dios.
6El
Señor cuida de los corazones sencillos, me encontraba en
la miseria y Él me salvó.
7Vuelve
, alma mía, a tu serenidad, porque el Señor ha sido
bueno contigo,
8pues
libró mi alma de la muerte, me conservó mis ojos de las
lágrimas, mis pies de la caída.
9En
la presencia del Señor continuaré mi camino en la tierra
de los vivos”
El salmista David se refugió en Dios. Él
no se refugió en la superstición, las tradiciones
religiosas o de su propia capacidad o habilidad humana.
Él se refugiaba en el Señor, por medio de su fe en Dios
y por medio de sus oraciones a Dios. Al igual que David,
debemos considerar a Dios un lugar seguro para
refugiarse en Él.
No nos engañemos con el mundo y sus
atracciones o promesas, sino que busquemos refugio sólo
en Dios... abramos nuestro corazón para el Dios inmenso,
que está siempre con el corazón abierto para recibir a
los hijos fieles y confiantes: “Mi salvación y
mi gloria están en Dios, mi refugio y roca es el Señor!
Pueblo, espera siempre en el Señor, y abrí delante
delante de Él el corazón: nuestro Dios es nuestro
refugio” (Sal 62, 8-9).
Infeliz de aquel que abre el corazón para
las criaturas pensando ser salvos por ellos mismos
utilizaran de essa confianza para arruinarlo.
Escancaremos nuestros corazones a Dios,
Él nunca nos traiciona: “El Señor es para nosotros
refugio y fuerza, siempre dispuesto se mostro un socorro
en la angustia” (Salmo 45, 2).
Oración
“Oh Sagrado Corazón de Jesús, Tú eres
nuestro refugio y refugio.
Dulce corazón del amado Señor, siempre
buscamos algo para protegernos, pero en el mundo sólo
encontramos la mentira, la hipocresía, el engaño y el
dolor. Pero Tú, Señor, Tú eres nuestro refugio...
escondido en Ti no se siente miedo.
Sagrado Corazón de Jesús, ¡amor de
nuestra vida! Sentimos fuerzas cuando se sumergen em
Ti... con los corazones firmes y bien protegidos decimo
con convicción a los perseguidores: “Dios vendrá con
su amor hacia mí, y voy a ver a mis enemigos humillados”
(Sal 58,11). Después de besar el corazón
lleno de amor y dulzura, gritamos: “Mi fuerza
es a Ti que me dirijo, porque Tú eres mi refugio y
protección, Dios misericordioso y compasivo, mi amor!”
(Sal 58,10).
Sumergidos en su Santo Corazón, vemos que
sólo las cosas de arriba tienen valor y que las
criaturas y todas las riquezas de este mundo son apenas
sombras en comparación a la bienaventuranza de la
eternidade feliz” (Padre Divino
Antônio Lopes FP).
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