| 
               
            
			  
            
              
                
                  | 
					   
					
					O SONO DO MENINO JESUS
					  
					
					(Pe. Divino Antônio Lopes FP.) 
					  
					
					O 
					sono do Menino Jesus foi demasiadamente breve e doloroso. 
					 Servia-Lhe de berço uma manjedoura, a palha de colchão e de 
					travesseiro. Assim o sono de Jesus foi muitas vezes 
					interrompido pela dureza daquela caminha excessivamente dura 
					e molesta, e pelo rigor do frio que reinava na gruta. De vez 
					em quando a natureza sucumbia à necessidade e o menino 
					querido adormecia. 
					
					
					Mas o sono de Jesus Cristo foi muito 
					diferente do sono das outras crianças. O sono destas é útil 
					à conservação da vida; não, porém, quanto às operações da 
					alma, porque esta, privada do uso dos sentidos, fica 
					reduzida à inatividade. Não foi assim o sono do Menino 
					Jesus. O corpo repousava; velava, porém, a alma, que em 
					Jesus era unida à Pessoa do Verbo que não podia dormir nem 
					ficar sopitada (adormecida) pela inatividade dos sentidos. 
					
					
					Dormia, pois, o santo Menino, mas enquanto 
					dormia, pensava em todos os padecimentos que teria de sofrer 
					por nosso amor no correr de toda a sua vida e na hora da sua 
					morte. Pensava nos trabalhos que havia de passar no Egito e 
					em Nazaré, levando uma vida extremamente pobre e desprezada. 
					Pensava particularmente nos açoites, nos espinhos, nas 
					injúrias, na agonia e na morte desolada, que afinal devia 
					padecer sobre a cruz. Tudo isso Jesus oferecia ao Pai 
					Eterno, enquanto estava dormindo, a fim de obter para nós o 
					perdão e a salvação. Assim nosso Salvador, durante o sono, 
					estava merecendo por nós, reconciliava conosco seu Pai e 
					alcançava-nos graças. 
					
					
					Roguemos agora a Jesus que, pelos merecimentos do seu sono, 
					nos livre do sono mortal dos pecadores que dormem 
					miseravelmente na morte do pecado, esquecidos de Deus e do 
					seu amor. Peçamos-Lhe que nos dê, ao contrário, o sono feliz 
					da sagrada Esposa, da qual dizia: 
					“... eu vos conjuro: não desperteis, 
					não acordeis o amor, até que ele o queira!”
					
					(Ct 
					2, 7). 
					É este o sono que Deus dá às almas suas diletas, e que, no 
					dizer de São Basílio Magno, não é senão 
					“o supremo desprezo de todas as 
					coisas”. Então a alma despreza todas as coisas 
					terrestres para só pensar em Deus e nos interesses da glória 
					divina. 
					
					
					Oração: Ó meu querido e santo Menino, Vós 
					estais dormindo, mas esse vosso sono me abrasa em amor! Para 
					nós, o sono é figura da morte, mas em Vós é símbolo de vida 
					eterna; porque, enquanto repousais, estais merecendo para 
					mim a eterna salvação. Estais dormindo; porém o vosso 
					coração não dorme, senão pensa em padecer e morrer por mim. 
					Durante o Vosso sono rogais por mim e me impetrais de Deus o 
					descanso eterno do paraíso. Mas enquanto não me lavardes, 
					como espero, para repousar junto de Vós no céu, quero que 
					repouseis sempre na minha alma. Amém. 
					   | 
                 
               
             
      		
					
					
      		  
              
            
			  
            
              
                
                  
					 
					El SUEÑO DEL NIÑO 
					JESÚS
					  
					
					(Pe. Divino 
					Antônio Lopes FP.) 
					  
					
					El 
					sueño del Niño Jesús fue demasiado breve y doloroso. Le 
					servía de cuna una majada, la paja de colchón y de 
					travesero. Así el sueño de Jesús fue muchas veces 
					interrumpido por la dureza de aquella camina excesivamente 
					dura y molesta, y por el rigor del frío que reinaba en la 
					cueva. De tarde en tarde la naturaleza sucumbía a la 
					necesidad y el niño querido adormecía. 
					
					
					Pero el sueño de Jesús 
					Cristo fue muy diferente del sueño de los otros niños. El 
					sueño de estas es útil a la conservación de la vida; no, sin 
					embargo, en cuanto a las operaciones del alma, porque esta, 
					privada del uso de los sentidos, queda reducida a la 
					inactividad. No fue así el sueño del Niño Jesús. El cuerpo 
					reposaba; velaba, sin embargo, el alma, que en Jesús era 
					unida a la Persona del Verbo que no podía dormir ni quedar 
					sopitada (adormecida) por la inactividad de los sentidos. 
					
					
					Dormía, pues, el santo Niño, pero mientras 
					dormía, pensaba en todos los padecimientos que tendría que 
					sufrir por nuestro amor en el correr de toda su vida y en la 
					hora de su muerte.
					
					Pensaba en los trabajos que había de pasar en Egipto y en 
					Nazaré, llevando una vida extremadamente pobre y 
					despreciada. Pensaba particularmente nos azotes, en los 
					espinos, en las injurias, en la agonía y en la muerte 
					desolada, que finalmente debía padecer sobre la cruz. Todo 
					eso Jesús ofertaba al Padre Eterno, mientras estaba 
					durmiendo, a fin de obtener para nodos el perdón y la 
					salvación. Así nuestro Salvador, durante el sueño, estaba 
					mereciendo por nodos, reconciliaba con nosotros su Padre y 
					nos alcanzaba gracias. 
					
					
					Roguemos ahora a Jesús que, por los merecimientos de su 
					sueño, en los libre del sueño mortal de los pecadores que 
					duermen miserablemente en la muerte del pecado, olvidados de 
					Dios y de su amor. Pidámosle que nos dé, al contrario, el 
					sueño 
					
					
					Feliz de la sagrada Esposa, de la cual decía:
					“... yo os conjuro: no despertéis, 
					no despertéis el amor, hasta que él lo quiera!”
					(Ct 2, 7). 
					Es este el sueño que Dios da a las almas sus dilectas, y 
					que, en el decir de San Basilio Magno, no es sino
					“el supremo desprecio de todas las 
					cosas”. Entonces el alma desprecia todas las 
					cosas terrestres para sólo pensar en Dios y en los intereses 
					de la gloria divina. 
					
					
					Oración: Ó mi querido 
					y santo Niño, Vosotros estáis durmiendo, pero ese vuestro 
					sueño me abrasa en amor! Para nodos, el sueño es figura de 
					la muerte, pero en Vosotros es símbolo de vida eterna; 
					porque, mientras reposáis, estáis mereciendo para mí a 
					eterna salvación. Estáis durmiendo; sin embargo vuestro 
					corazón no duerme, sino piensa en padecer y morir por mí. 
					Durante vuestro sueño rogáis por mí y me impetráis de Dios 
					lo descanso eterno del paraíso. Pero mientras no me lavéis, 
					como espero, para reposar junto de Vosotros en el cielo, 
					quiero que reposéis siempre en mi alma. Amén. 
					   | 
                 
               
             
      		
					
					
			  
              
             |